lunes, 24 de octubre de 2011

La dignidad es un don

 Ante una sociedad occidental, tan estandarizada por los encantos del consumismo, aparece ya una nueva sombra, grisácea ella, con algún que otro torbellino, negro muy negro, si lo adivinas, es muy fácil... crisis ( nueva era ). Pero hablar de crisis, expresión que denota, tormentos junto a un dulzor, lo socializan te de compartir, lo fraterno de en igualdad  de la muy ávida penuria.
  Es indudable que si la abundancia nos aísla, en encaprichados retorcijos, tal maldad se ve discernida, cuando cambiamos nuestros pensamientos, tan primitivos de la posesión en material orden, por la reducción progresivamente del preciado vil metal, entonces damos de bruces con lo nuestro, esto ya tiene mas de intimidad con lo cual, nos devela la mirada circundante, allí seguramente es cuando apreciamos, lo olvidado, esta parte de social que tenemos todos, donde destacamos la veracidad absoluta, no estamos solos estamos rodeados de otros muchos mas, comparativas mejores, peores.
 Apreciamos que banal es el mundano comercio, de la palabra y de su descendencia, convivimos en presunta dignidad, pero abocados a la indignación de lo prohibitivo, sin entender para nada, por que ayer era mas sutil nuestro esparcimiento.
 No es mi modesta pretensión abocar a nadie a su propia reflexión, pero si no he de ne garlo mantengo mi fe en una forma mas común de convivencia, basándonos mas en lo propio, podemos pensar o podemos seguir ignorando  nuestra realidad, conduciendo con respeto se ven esos brotes tan solidarios, pasamos todos, que bueno seria, que cual hábiles e inteligentes conductores, lleváramos nuestras siga zagas al aparcamiento, cavemos todos, no, pues porque nos apretujamos tanto.
 Cuesta tan poco mirar para ver, y pensar que un metro para aquella persona que se tambalea, no detiene para nada nuestro camino, pero mejora y en mucho nuestras sensaciones.